Letargo.
Tren, tres mundos que se chocan, se cruzan, conviven.
Sentada en el tren, veo tres mundos, siento tres dimensiones. Me rodean tres realidades. ¿Realidades?
El afuera. Pasa lento, corre, se queda quieto. Debería conocerlo pero siempre es distinto. Mis ojos lo miran pero nunca ven lo mismo. Él me llega, me toca aunque un vidrio nos separe. Luces brillantes que lastiman; una pared que al mirarla fijo me marea; los árboles que con sus hojas me acarician, la nada que me recuerda que estoy viva.
El adentro. Gente, voces, murmullo, perfumes, olores. Vaivén. Risas, llantos, gritos, susurros. Vaivén. Una nena me da una estampita. Un teléfono celular suena. Vaivén ¿Crueldad? ¿Ironía? ¿Realidad? Duele ¿La vida?
El tren. Él me contiene. Me lleva. De a ratos me sacude, molesto. De a ratos me mece, juguetón. Yo poco a poco voy entregándome y lo escucho hablarme. Chillidos. Susurros.
Imagen. Sonido. Vibración. Movimiento.
Mi tren. El que todas las mañanas me aliena, me masifica.
Mi tren. El que cada noche arrullándome me devuelve a mi misma.
Texto: Laura Ramírez Vides
Fotografía: Agnese Lozupone, "Señores pasajeros...", http://www.buenosairesdeforme.blogspot.com/
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qué linda sensación la del final. Me dejó más tranquila.
ResponderEliminarCulmina bien, una llegada a casa, es un buen final después de un viaje de horas...
ResponderEliminarUn saludo,
Gracias Mara y Fermín. Saludos!
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